Author: gabtorar
•12:22

Me he sentido en deuda con los lectores de mis devocionales. Estaba pendiente esta última parte sobre el tema de la armadura del cristiano.
Ya expuse sobre la necesidad que tenemos de tomar cada pieza de esta armadura dado que cada una cubre un área especifica que de otro modo quedaría expuesta al enemigo.

Cada parte hace referencia a alguna característica puntual del carácter que debe tener un cristiano, como son la justica, la paz y la verdad,  pero también de los fundamentos que deben estar sólidamente plantados en la vida de un cristiano, como son la certeza y centralidad de la salvación y la fe.
Mencioné asimismo que como arma ofensiva o de ataque tenemos la espada del Espíritu que hace clara referencia a la Palabra de Dios y agregué que portar un arma implica un altísimo grado de responsabilidad.  Cualquier arma es peligrosa y debe ser usada con máximo tino y prudencia. Ser irresponsable en el uso de un arma puede (de plano) acabar con la existencia de alguno y frente a eso, no hay nada que podamos hacer para remediar el error.

Esto nos introduce en el último punto
Como broche de oro, el apóstol Pablo dice en Efesios 6:18 “orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos”

Aquí el menciona la relevancia de la oración. La oración es sin duda el medio para comunicarse con Dios. Jesús en su vida y ministerio dejó de manifiesto lo central que la oración debe ser para el cristiano.
La victoria en la vida cristiana está en estrecha y muy directa relación con la vida de oración que tengamos.

La sensibilidad que uno recibe al estar en comunión, en oración con Dios es indispensable para la victoria en la pelea contra el implacable enemigo de nuestras almas.      
Usar la espada del Espíritu con destreza dependerá de nuestra vida de oración, de nuestra íntima relación con Él, con Sus instrucciones, con Su dirección.

No sólo nos comunicamos con Dios al orar, la oración también da a Dios la oportunidad de comunicarse con nosotros, de hablar a nuestro espíritu.
La oración es un arma poderosa que no debemos descuidar: a través de ella recibimos instrucción, fuerza, aliento. Todas ellas, cosas necesarias para un soldado.

Creo con todo el corazón que es en la oración que nuestra espada es afilada. Hay una gran diferencia entre tener una espada con filo y una sin afilar.
Una espada afilada “corta” mientras que una sin filo apenas “aturde”.

La agudeza (y por tanto, efectividad) de esa espada, va de la mano con una vida de abundante oración.
La exhortación es a “orar siempre”, “orar sin cesar”, “orar en todo lugar”. ¿Podemos dudar del valor que Dios da a la oración?

En los evangelios encontramos a Jesús en muchos episodios de su vida orando, no sólo para dar sanidad o recibir fortaleza sino también para recibir dirección o confirmación.
Hay extraordinarios sermones que hombres de Dios de reconocida trayectoria y de profunda vida de oración, predicaron en sus tiempos que llevaron a las personas a clamar por salvación. Esos mismos sermones predicados en  este tiempo no producen los mismos resultados ni respuestas. ¿Por qué?

Bueno, sabemos que la palabra de Dios permanece para siempre, así que no es el sermón sino el que lo entrega quien marca la diferencia.
Trato de decir que podemos repetir las escrituras pero ellas no cortarán el poder que el pecado tiene sobre la vida de alguno si no las entregamos con poder, con unción de Dios. A su vez ese poder y unción no vienen solos, son el producto de una vida de intimidad con Dios,  de comunión profunda, de oración.

La oración es algo que no podemos subestimar. Ella puede ser el elemento que marque la diferencia entre aquel que vence y el que es vencido en esta lucha espiritual.
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