Author: gabtorar
•12:30
Mateo 15:33 “Entonces sus discípulos le dijeron: ¿De dónde tenemos nosotros tantos panes en el desierto, para saciar a una multitud tan grande?”

Es bastante usual que Dios nos presente desafíos que nos parecen imposibles de realizar.

Él hace esto porque quiere enseñarnos grandes lecciones como son obedecerle y aprender a depender de Él.

Cuando Dios te manda hacer algo que va más allá de tus fuerzas o posibilidades, no tienes ninguna chance de hacerlo por ti mismo.

¡¡Vaya qué oportunidades son esas para que Dios se revele en Grandeza y Majestad a nuestras vidas!!

Nuestro ambiente controlado es roto cuando Dios nos desafía a hacer cosas que son propias de las ligas mayores.

Hablar un poco, por aquí y por allá, de lo bueno que es Jesús no parece ser un desafío muy grande, pero alimentar a multitudes que siguen al Señor definitivamente lo es.

Miles de personas iban tras el maestro esperando recibir de Él, ya fuera una palabra, algún favor, una sanidad, un milagro o un acto de liberación.

Las personas veían en la persona de Jesús la oportunidad de salir de su condición de vida presente y estaban dispuestos a seguirle, como en el caso de nuestro versículo, incluso a áreas desérticas.

Jesús, por su parte, demostró de muchas formas su carácter amoroso y compasivo.

En este caso particular le preocupaba despedir a la gente en ayunas. Él sabe que el camino de regreso para ellos es largo y siente compasión por ellos.

Decide que lo conveniente es alimentarles ANTES de despedirlos y enviarles de regreso a sus aldeas.

Esa idea encaja perfectamente bien en la mente de Dios, pero en la mente de los discípulos no. Para ellos es un imposible, algo en extremo descabellado.

¿Cómo podrían ellos alimentar a tantos miles de personas? La respuesta al unísono es: ¿de dónde tenemos nosotros TANTOS panes en el desierto?

El problema no era sólo no disponer del número suficiente de panes para tal cantidad de personas, sino además estar en el lugar más inapropiado (desierto) para conseguirlos. Ello, por supuesto, en caso de haber contado con los medios para hacerlo.

Definitivamente Jesús les puso una vara bien alta ese día. Representaba algo imposible de realizar.

La respuesta de sus discípulos ese día no fue distinta de la que nosotros ofrecemos hoy en día al Señor cuando nos mete en circunstancias similares.

Ellos vieron la imposibilidad porque no contaban con la intervención divina.

Alguien dijo una vez “Dios y yo somos multitud”. ¡¡Exacto!!

Cuando Dios está contigo tú no necesitas un ejército a tu lado. Él es todo lo que necesitas para vencer en cualquier situación y a cualquier enemigo.

Ello desde luego incluye las adversidades, los desafíos, las luchas, las pruebas, las tentaciones.

No digo lo anterior con la intención de emocionar a alguno sino con la decidida intención de hacernos ver lo ilimitado de los recursos que tenemos a disposición para hacer lo que Dios nos pide.

Dios conoce lo que somos y sabe también lo que tenemos.

Aun antes de encomendarnos algo, siempre sabe qué tenemos a nuestro alcance, y eso es todo lo que espera que ofrezcamos.

Nosotros aportamos con lo posible y Él hace lo imposible. Siempre es igual.

Dios no busca ni necesita personas perfectas, sino simplemente “personas” que deseen ser perfeccionadas por Él.

Él no necesita hombres fuertes. Le basta con encontrar una persona débil a quien no le importe que Dios haga notoria Su Fuerza a través suyo.

Solo quisiera decirte: “no menosprecies lo que tienes, ni lo que eres.

No eres tú sino Dios quien tiene la facultad de hacer la diferencia.

Nuestro mayor aporte es estar dispuestos a dejarlo actuar.

Cuando los discípulos trajeron al Señor lo poco que tenían, eso poco llegó a ser tan abundante que sobró aun después que todos hubieron comido hasta saciarse.

Ellos se preguntaban donde podían conseguir más. Mientras que Jesús les hizo ver que lo que ya tenían era exactamente lo que él necesitaba para hacer ese gran milagro.

Con seguridad, en lo que estés viviendo, tú te habrás preguntado ¿de dónde consigo lo que me falta?

Y con la misma seguridad pienso que Jesús está esperando que pongas ese poco (que ya tienes) en sus manos para que Él pueda hacer un gran milagro, una gran obra.

No menosprecies lo que tienes ni lo que eres. Eso + Jesús, es todo lo que necesitas.
|
This entry was posted on 12:30 and is filed under . You can follow any responses to this entry through the RSS 2.0 feed. You can leave a response, or trackback from your own site.