Author: gabtorar
•9:46
Deuteronomio 11:31: “Porque vosotros pasáis el Jordán para ir a POSEER LA TIERRA que os da Jehová vuestro Dios; y la tomaréis, y habitaréis en ella”.

De las muchas cosa que uno aprende del Señor y Su palabra, una tremendamente relevante es aquella que dice relación con la tierra prometida.

Históricamente Dios liberó a los israelitas de los pesados trabajos que tenían como esclavos en la tierra de Egipto, sirviendo bajo el yugo de faraón.

Mediante extraordinarias y (hasta entonces) únicas demostraciones de poder, Dios les sacó de esa tierra de servidumbre y aflicción, con el propósito de llevarles a una tierra que fluía leche y miel.

Esa tierra, es la que llamamos la prometida.

Y efectivamente era una tierra soñada. Ella representaba el polo opuesto de lo que israelitas tenían en Egipto.

Recuerda, ellos eran esclavos en Egipto ¿Te has detenido a pensar lo trágico que es llevar una vida de esclavitud? ¿Cuántos planes o proyecciones pueden tener un esclavo para su vida?

¿Qué tan lejano puede estar el horizonte para una persona que no tiene derecho a usar su voluntad propia, puesto que vive para servir los intereses de otros? ¡¡Trágico!! ¿No?

La historia del éxodo de Israel es en verdad única, así como lo es el Dios de Israel, quien es también Dios y Padre de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.

Esos pobres esclavos que no tenían más norte que nacer en esclavos, vivir en ese estado y morir como tales, hallaron en el favor del Señor y en su constante clamor, auxilio de parte de Él. Y en respuesta, Él los liberó.

No solo los liberó, les regaló la posibilidad de empezar de nuevo, ya no como esclavos sino como siervos del Dios viviente.

¡¡Que tal privilegio les concedió el Señor!! ¡¡Es que Su gracia es excedente, abundante, sin par!!

Para empezar de nuevo les dio una promesa de un atierra nueva, la tierra prometida, una tierra cuyos sarmientos debían ser llevados (cargados) por dos hombres y en un palo, por lo grande que eran.

La tierra ciertamente fluía leche y miel, y para poseerla solo debían creer a Dios, seguir sus instrucciones y obedecer Su palabra. ¿Era mucho pedir obediencia?

Recuerda, ellos habían sido esclavos TODA LA VIDA.

¿Cuál era su razón de ser como esclavos? ¿No era obedecer instrucciones?

Seguir la palabra de Dios dada Moisés no debía ser un gran problema para ellos.

El mismo Dios que les había libertado de su opresor de toda la vida ¿no podría hacer cualquier otra cosa también?

Dios les estaba entregando esa tierra extraordinaria en promesa. Sería de ellos si ellos se atrevían a entrar y tomarla.

Imagínate el cambio de vida: de esclavos a libres, de gente necesitada a ser gente saciada, de ser gente que vivía solo con lo justo a tener a disposición una tierra generosa que daba fruto abundante.

Todo eso sería suyo, si ellos CREIAN al Señor, (que también los había rescatado) y entraban y poseían esa tierra.

Pero sólo había una (no tan pequeña) dificultad. Esa tierra estaba habitada por los hijos de Anac, RAZA de los gigantes.

El corazón de los israelitas desfalleció cuando se enteraron de esta realidad.

El tamaño del adversario hizo lo suyo en el corazón del pueblo escogido y se amedrentaron. Perdieron la batalla aun sin siquiera pelearla.

Eso es lo que llamaríamos un triunfo sicológico de parte del adversario. Que fácil le hacemos el trabajo al diablo cuando nos dejamos impresionar por el tamaño, el porte, la fuerza o lo que sea.

Que malo es que los seres humanos midamos todo por el tamaño.

¡¡Cómo nos engañamos pensamos que mientras más grande, más difícil!!

Hay tanto que agregar a esto, pero mi reflexión final es la siguiente:

En primer lugar: ¿Estás consciente que hay una tierra prometida para ti?

Y luego, ¿confías en Aquel que te ha prometido esa herencia, esa tierra?

Debemos entender de corazón, que para el más grande no hay gigantes. Que para el más fuerte no hay fuertes. Que para el Dios de los imposibles NO HAY IMPOSIBLES.

Dios nos quiere dar la tierra que nos ha prometido (tú sabrás cuál es en tu caso personal)

Pero para ello deberemos quitar las mirada de los gigantes que encontraremos en el camino y centrar nuestra mirada es Aquel que en verdad es GRANDE en todo sentido.

Él nos dará la victoria si descansamos en Él, si confiamos en Él.

Si Él dijo “entra y posee la tierra” es porque ya tiene todo arreglado para que así suceda.

Con Dios de nuestro lado no hay razón para temer.
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