Author: gabtorar
•6:25
1 Juan 3:4 “Todo aquel que comete pecado infringe también la ley, pues el pecado es infracción de la ley”

Hace algunos días me enteré por los noticieros que el grupo de minorías sexuales había iniciado acciones judiciales contra un canal de televisión, por la discriminación de que fueron “víctimas” por parte de algunas personas, en este caso, humoristas, que asistieron al pasado festival internacional de Viña del Mar que tiene lugar en Chile cada mes de Febrero.

Sobre los humoristas, ni hablar. La ordinariez ha excedido los niveles que cualquiera persona decente debería estar dispuesta a tolerar. Pero eso es tema para otra ocasión.

Los cristianos sabemos que Dios ama a las personas, que Su gran corazón alcanza para todos, que Su deseo es que todas las personas conozcan Su verdad y sean así libertados del poder del pecado.

Eso incluye indudablemente a las minorías sexuales.

Que Dios desea el mismo bien para ellos que para el resto de las personas es algo incuestionable.

De mismo modo, que la condición pecaminosa en que viven, les pone en una situación de juicio delante de Él, tampoco es cuestionable.
Procurando ser objetivo, sé que es fácil apuntar con el dedo a algunas personas por sus prácticas de vida.

Sé que es fácil (como Cristo dijera) “ver la paja en el ojo ajeno y no ser capaz de ver la viga en el propio”.

Pero eso opera en ambas direcciones. Muchas personas que critican a los homosexuales y lesbianas, sienten que tienen la moral de hacerlo porque esa no es particularmente su área oscura.

Aclaremos en este punto que “de plano”, Dios aborrece las prácticas sodomitas y que los homosexuales y lesbianas no tienen (en ESA condición) ninguna posibilidad de entrar o ver el reino.

Pero no es que su particular condición les haga menos aptos para el reino que a otras personas.

La verdad es que Dios no hace acepción de personas y cualquier pecado que insistamos en practicar, nos dejará fuera del reino de Dios inapelablemente. La sodomía es solamente uno entre muchos.

Podemos apuntar al homosexual, podemos reírnos de él (yo no lo hago), podemos criticar hasta el cansancio sus prácticas, gestos y forma de vivir, pero ¡¡cuidado!!, que esa persona que parece tan despreciable ante nuestros ojos, puede llevarnos la delantera en muchas otras áreas de la vida. Y ese es el punto.

La paga del pecado es la muerte espiritual y aunque el pecado puede tener distintos nombres, los efectos que produce en todas las personas es el mismo: separación de Dios.

Los hombres que se burlan o critican a los homosexuales y lesbianas lo hacen porque se sienten superiores al menos en ese ámbito.

Superiores moral o valóricamente, o como se quiera llamar.

Pero si esa misma persona que se siente con moral para criticar a un homosexual, sale a la calle a codiciar a las mujeres que pasan alrededor, está siendo tan inmoral como aquel a quien critica.

Esto es algo que las personas no logran ver porque siempre es más fácil condenar a otros y absolvernos a nosotros mismos.

Esto aplica a obviamente a las minorías sexuales que se quejan de ser discriminados por otros y ellos mismos están ciegos al hecho que se contradicen en aquello por lo que se quejan, por cuanto ellos mismos son críticos hacia otros distintos como ellos.

Un ejemplo es que al hablar de los cristianos, les he oído referirse sarcásticamente: “USTEDES LOS EVANGÉLICOS” o “ustedes los ALELUYA”.

¿Qué es eso? ¡¡Yo le llamaría discriminación!!

La sociedad actual, desde luego inspirada y respaldada por el diablo (enemigo de todo lo bueno, justo y correcto), trabaja por crear en las mentes de las persona un sentido de tolerancia que va más allá de lo aceptable.

Esta tolerancia no es para que respetemos la diversidad sino para aceptar lo malo, para no protestar o juzgar lo malo, para ser permisivos con lo malo.

La inmoralidad descarada, la desnudez abierta, la ordinariez, el lenguaje grosero, esas cosas no parecen ser problema para muchos.

Pero si los homosexuales se sienten pasados a llevar: ¿Qué nos queda a los cristianos, que a diario tenemos que aguantar la mugre que viene de muchas partes, incluyendo el horroroso espectáculo que ofrecen homosexuales y lesbianas a vista y paciencia nuestra y de nuestros hijos?

Pienso que en esto hay una gran lección para los hijos de Dios.
Los hijos de este mundo (Jesús ya lo mencionó en Su palabra) son más sagaces que los hijos de luz (de Dios).

Los hijos de este mundo parecen tener una capacidad que los hijos de Dios hemos perdido, y que deberíamos tener todavía más fuertemente arraigada para protestar contra el mal y pararnos por la verdad.

Vemos que la iglesia primitiva sufría persecución por causa de su testimonio. ¿Cuál era su testimonio? La verdad de Cristo, la palabra de Dios.

¡¡Ellos testificaban la verdad!! Y hacerlo les costaba la vida.

Estamos llevando un cristianismo tibio. Preferimos callarnos las injusticias para no quedar mal con la gente, para no tener problemas con la sociedad, con los vecinos.

No estoy haciendo un llamado a pelear con todos, pero hay una verdad que tú y yo hemos recibido, por la cual deberíamos estar dispuestos a pararnos sin importar quien se ponga por delante.

Los homosexuales y lesbianas han ganado terreno porque se han atrevido a salir de la habitación, donde antes llevaban a cabo sus prácticas secretamente.

Lo han hecho, porque paralelamente nosotros, la iglesia del Señor, hemos perdido la capacidad de salir a proclamar la verdad de Dios.

Sin profecía (visión) los pueblos se desenfrenan, pierden el norte.

Las naciones sufren cuando no hay en ellas un pueblo que se para con la convicción de la verdad en sus corazones y en sus labios.

La maldad no es restringida cuando los que tienen la autoridad para restringirla se acuartelan en lugar de salir a proclamarla.

Y hemos llegado al nefasto día en que quienes debieran avergonzarse por su forma de vivir, se levantan para juzgarnos y tratar de avergonzarnos.

El mundo en que vivimos, es un mundo al revés. Y si no hacemos algo hoy, mañana será demasiado tarde.

Que quienes debieran pedir perdón por el terrible ejemplo que entregan con su perdido vivir, tengan el descaro de increparnos y juzgarnos, ese si que es un buen chiste.
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