Author: gabtorar
•21:04
Efesios 6:10 “Por lo demás hermanos míos, fortaleceos en el Señor y en el poder de Su fuerza”

Muy frecuentemente dejamos de hacer cosas que son muy relevantes para nosotros o para otros. ¿La razón? Tropezamos en nosotros mismos.

¿Cuántas veces dejaste de hace algo porque te sentías desanimado?

En la vida cristiana reconocemos la presencia de un enemigo incansable, el diablo. Diablo significa adversario. He dicho muchas veces que los nombres en la biblia son relevantes, porque ellos tiene relación con el carácter de las personas que los llevan.

Cuando hablamos de Cristo, por ejemplo, estamos hablando del Ungido, y tú y yo sabemos que Cristo es el ungido del Padre.

El diablo como adversario tiene el propósito de obstaculizarnos en nuestro avanzar. El suscita circunstancias que nos impiden o dificultan el avance, el cumplimiento de las metas de Dios en y a a través de nosotros.

El adversario desea llevarnos a poner la mirada en nosotros en lugar de ponerla en Dios, pero nuestras fuerzas y capacidades son muy limitadas.

Muchas veces el enemigo usa personas y situaciones son la única finalidad de desanimarnos, de que nos detengamos, de hacernos sentir mal, tristes o como sea con tal que no lleguemos a la meta que Dios tiene trazada para nosotros,

Por eso es tan necesario abrir los ojos a esta realidad.

Se de tantas tareas y labores que quedan sin hacer porque alguno tuvo un mal momento, un “impasse” que al final gatillo que esa persona no hiciera lo que debía hacerlo que se esperaba que hiciera.

Sin embargo, el mensaje del texto es claro: fortalécete EN el Señor, en el poder de SU fuerza. Se trata de Él, de Su poder, de SU capacidad y no de la nuestra ¿Entiendes?

Sí hablamos de trabajo en equipo y alguno no hace su parte dentro del equipo eso afectará en mayor o menor grado todo el desempeño de equipo.

La iglesia es un equipo, el matrimonio es un equipo, la familia (esto es, matrimonio e hijos) es un equipo, y así sucesivamente.

Cuando nos dejamos mover por nuestro sentir del momento probablemente dejaremos de hacer cosas que afectarán al resto del equipo.

Admiro a las mujeres que a pesar de vivir sus períodos son capaces de sobreponerse para cumplir con las múltiples demandas de la vida. Ellas entienden muy profundamente el valor de lo que estoy presentando aquí: hay una familia que depende en alguna medida de que ellas hagan su parte, y ellas tienen un compromiso inclaudicable con la familia.

Considero que son un ejemplo digno de destacar. Lo mismo cuando están encinta y a pesar de su estado de gravidez se las arreglan para hacer todo lo que deben hacer.

Dios desea que esa actitud esté presente en todas las áreas de la vida, especialmente en lo concerniente a nuestro vivir como cristianos.

Te aseguro que muchas veces las circunstancias me han querido mover a no escribir estos devocionales, por ejemplo, o a no compartir frente a una congregación el consejo de la palabra de Dios que yo les puedo entregar, pero en el entendido que esto me lo demandó el Señor (Él entiende por qué) no importa como me sienta, yo debo escribirlos, yo debo estar ahí para predicar el evangelio, y eso va mas allá del hecho de cumplir con algo solamente, tiene que ver mas bien con la convicción de la relevancia que el trabajo (que yo hago o dejo de hacer) tiene para el éxito del resto del engranaje.

Le simplificamos la tarea al diablo cuando por un asunto de desánimo dejamos de hacer lo que debemos hacer.

Muchas mañanas tu no sientes levantarte temprano para ir al trabajo, pero lo haces porque es lo correcto, porque tienes la convicción que es lo que debes hacer.

Asimismo en la vida cristiana debemos aprender a ser disciplinados en ese sentido, y por tanto, realizar nuestra parte de la labor encomendada, mas allá de si mi día anterior fue bueno o malo, agradable o muy desagradable, Dios me ha concedido un voto de confianza, y Él espera que yo responda a esa confianza que Él ha depositado en mí.

No debemos movernos por los sentimientos momentáneos, estos son pasajeros y normalmente no es sano apoyarse en ellos.

Vivamos por convicciones. Andemos por convicciones. Cristo lo hizo así y a Él le resultó, si seguimos su ejemplo (y a eso somos llamados) con seguridad nos resultará también.

Haremos nuestra parte, nos sentiremos útiles, estaremos colaborando con los propósitos eternos del Señor y como si todo eso no fuera suficiente, estaremos atesorando para la vida eterna un fruto que nadie nos podrá quitar.

Que el desánimo no te detenga, que el adversario no te persuada a dejar de hacer lo que tú sabes dentro de ti que es necesario.

Si Dios te lo pidió es por algo ¿no crees?
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