Author: gabtorar
•9:45

1 Timoteo 2:1-2 “Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres; por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad”.

No sé si te habrás dado cuenta, pero vivimos inmersos en una “cultura de engaño”.

Muchas cosas están confabulando para generar este marco. Entre ellas, los medios de comunicación que están siendo usados muy estratégicamente para transmitir mentiras a millones de personas simultáneamente.

Una propaganda que es mostrada varias veces al día terminando dejando “algo” en la mente de las personas.

Por causa de la tecnología, hoy basta con cortar una grabación para que ella diga lo que en realidad no quería decir, con editar una imagen o presentarla desde un determinado ángulo para arruinarle la reputación a alguno.

Las redes sociales pueden ser usadas para desprestigiar y aunque lo que se diga no sea cierto, quedará irremediablemente registrado en la retina de muchas personas.

De igual manera, a causa de las “nuevas informaciones” que se sueltan a diario (hace un tiempo escribí sobre esto), hemos comenzado a cuestionar cosas que por años supimos que eran ciertas. Hemos, asimismo, comenzado a dar crédito “a ciertas” cosas, que por años supimos que no eran verdad.

Se trata de un espíritu de engaño que aprovechando la ingenuidad y el desconocimiento envuelve a millares de personas.

Es peligroso cuando el engaño, que opera en las personas, logra posicionarse en algún sitial de liderazgo o prominencia.

Hay personas que francamente “no entienden hacia donde va la micro”. Es decir, que van donde va la mayoría.

Tal clase de personas son presas fáciles del engaño, fáciles de confundir. Personas que a lo bueno llamarán malo y que aceptarán lo malo como si fuera bueno, sin chistar.

Dios sabe que el engaño cunde como una epidemia en este siglo y las personas que desconocen la verdad pueden ser engañadas con mucha facilidad. Pero se requiere de “auto engaño” para que uno que sabe la verdad acepte la mentira.

Los niños son fáciles de influenciar, pero aun ellos saben que un plato de tallarines no es un pollo asado. Podemos cambiar de nombre al plato, pero una vez que ellos aprendieron qué era qué, sabrán diferenciarlo ¡¡y nos lo harán saber!!

En mayor o menor medida SABEMOS qué está bien y qué está mal en el mundo, así como en nuestra vida personal.

Podemos diferenciar la mano derecha de la izquierda sin problemas pero la sociedad, como un todo, está abriéndose cada vez más a aceptar mentiras como verdades.

Un ejemplo muy contingente es el caso del joven homosexual que fue golpeado por un pandilla.

Yo no tengo nada en contra de los homosexuales, pero no me engaño. Puedo ver que lo ocurrido con ese joven (es terrible, Dios se compadezca de su familia especialmente) es la coartada perfecta para quienes desean legitimar un estilo de vida que desde el génesis se ha entendido como antinatural.

No sólo la palabra de Dios, sino además la historia y las sociedades registran el homosexualismo como una condición que escapa a la norma.

Quienes están detrás de estos movimientos (me refiero a sus líderes) escarnecen a la iglesia evangélica, presentándola como el problema, como el ente discriminador, haciéndole a la iglesia, GRATUITAMENTE, una pésima propaganda ante el resto de la sociedad.

Quienes no entienden la naturaleza del conflicto, critican la posición de la iglesia, sin siquiera entenderla.

Actores, escritores, animadores y otros, aprovechan los espacios en la pantalla chica para guiñarle el ojo a quienes viven, defienden y promueven el homosexualismo como estilo legitimo de vida.

La voz popular dice que la iglesia debería apoyar a las minorías sexuales, y entenderlas, aceptarlas, acogerlas. Pero no se trata de apoyar cualquier cosa para demostrar amor por el prójimo, sino de apoyar lo que UNO SABE QUE ESTÁ BIEN.

Por supuesto, no es algo personal de la iglesia evangélica. No son “los evangélicos VERSUS los homosexuales o lesbianas”.

Pero tampoco son “los evangélicos APOYANDO la vida homosexual”, porque NO PODEMOS APOYAR ESO.

Dios nos ha enseñado que esa opción de vida es equivocada. Que no es parte de Su plan, porque no corresponde a lo que Él diseñó.

Ahora bien, Dios no abandona a los homosexuales. Él les ofrece una vida NUEVA en Jesús. Les ofrece vivir de acuerdo a Su plan.

Es lo mismo que nos ofreció a nosotros sin ser necesariamente homosexuales o lesbianas, porque Dios no hace acepción de personas. Cualquier pecador y cualquier pecado necesitan del mismo salvador que es Jesucristo.

Déjeme ejemplificar: uno difícilmente pensaría que un doctor está en contra de un paciente. Al contrario, él quiere ayudar al paciente, pero el paciente (enfermo) puede ver en el doctor un enemigo si no entiende la naturaleza del trabajo del médico.

Si lo que el enfermo está esperando es que el doctor le diga “todo está bien, siga su vida”, cuando él sabe que nada está bien, entonces el paciente se puede molestar con el doctor y en muchos casos ocurre así.

Mucha gente se enoja contra los médicos por lo que estos hacen y por los diagnósticos que entregan, pero no es culpa de los médicos.

Ellos están haciendo su trabajo. ¿Cuántas vidas se salvan médicamente hablando, gracias a que ellos hacen su trabajo advirtiendo de los peligros que las personas corren en términos de su salud?

Cuando la iglesia le dice a las personas que hay una enfermedad llamada “pecado” en cualquiera de sus formas (incluyendo el homosexualismo, adulterio, fornicación, robo, asesinato, blasfemia, codicia, avaricia, envidia, borrachera, rencor, etcétera) y cuyo único antídoto es Jesucristo, la iglesia no está discriminando, ¡está haciendo su trabajo!

La iglesia es la luz del mundo, es la que ve, donde otros no ven y es la atalaya encargada de advertir sobre el peligro que se aproxima.

Indudablemente esto no es CONTRA las personas, sino contra lo que HACEN las personas.

Tú no odias LA PERSONA que vende drogas sino el mal que ESO genera.

La cultura del engaño está promoviendo que se legisle a favor de los DERECHOS de las minorías sexuales. Me parece bien si eso significa clarificar los asuntos de patrimonio o derechos previsionales, de salud u otros que están directamente relacionados con su el bienestar personal y social. Pero que tengan la facultad de casarse o adoptar hijos... eso es OTRA COSA.

Yo no me voy a engañar. Por este ni por otros casos que pudieran surgir.

No importa cuántas leyes puedan hacerse a favor de los “derechos” de las minorías sexuales. Esas leyes NO VAN A hacer a Dios CAMBIAR de perecer, ni les va a evitar a ellos un día tener que asumir los costos por llevar esa vida y por intentar promoverla.

Hay una necesidad imperiosa porque se levanten autoridades que se identifiquen con los valores de Dios.

¿Sabes? La ley de Dios JAMÁS es mala para alguien a menos que esa persona desee la maldad.

Ella (Su ley siempre busca el bienestar de las personas a las vez que salvaguarda los intereses y principios divinos.

En un mundo y tiempo (primarias en nuestro país) en que todo se resume EN UN VOTO, la iglesia DEBE tomar su lugar de intercesora para rogar que los futuros gobernantes lo hagan con sabiduría y temor de Dios.

Cuando los ciegos lideran, son incapaces de VER ciertos peligros del camino o los alcances (resultados finales) de las decisiones que toman, y que en ultima instancia, afectan a todos.

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