Author: gabtorar
•12:42
Hebreos 3:15: “entre tanto que se dice: SI OYEREIS HOY SU VOZ, no endurezcáis vuestros corazones, como en la provocación”.

Nadie, en la toda la historia de la humanidad, ha traído un mensaje tan pertinente como Cristo Jesús.

Él vino desde el cielo para poner en el tapete de los hombres el tema de la vida eterna.

Hace un par de semanas yo compartía sobre este asunto, y decía que nosotros en general no le damos a este tema, la importancia que tiene.

Pues bien, Jesús, muy posiblemente motivado por nuestra indiferencia frente a una problemática tan relevante, se humanizó para hablarnos de la vida eterna, de los alcances de esta y sus ineludibles consecuencias para nuestras vidas.

Desde esa perspectiva, el mensaje de Jesús fue muy pertinente, tanto para las personas de su época como para todas las demás.

Pero Su mensaje no solo es pertinente en términos generales, también lo es en lo particular.

Jesús vino claramente para hablarnos de las demandas del cielo.

Debemos reconocer que las demandas del cielo no suelen ser tema para el hombre promedio.

La continua pérdida de los valores cristianos y de la influencia de la biblia sobre el quehacer de las personas, ha comenzado a dar sus malos frutos.

Esto ha producido que las personas hayan comenzado a vivir como les parece, olvidando los preceptos bíblicos por los cuales antes pasaban las decisiones y planes.

Desde luego, vivimos como nos parece más adecuado, pero muchas veces esa forma de vivir, dista mucho de lo que el cielo acepta y aprueba.

A Jesús lo criticaban por juntarse a pecadores, rameras y personas (en general) de dudoso vivir.

Frente a esto, Él simplemente respondía diciendo que los sanos no necesitaban médico.

Con ello estaba declarando que Él era ese médico y los pecadores los enfermos.

Esto nos permite entender un poco cómo Dios ve las cosas.

Para Dios el pecado es como una enfermedad, que no solo destruye el cuerpo, termina destruyendo el alma.

Jesús siempre habló a las personas con esta idea en mente. El no siempre hablaba de la misma forma ni usaba los mismos ejemplos, pero siempre dejaba el mismo mensaje, el cual era sin duda redentor, pero siempre, siempre llamaba al abandono de cualquier forma de pecado.

Él hablaba a las personas de acuerdo a sus personales necesidades.

Los hombres le buscaban para que les ayudara en sus terrenales aflicciones, pero él estaba más interesado todavía en ayudarles a resolver sus problemas relacionados con el cielo y con la eternidad-

En ese sentido, su mensaje era muy pertinente, muy significativo. No les hablaba de generalidades, sino de cuestiones que llegaban directo a los corazones de quienes les oían.

A la mujer samaritana le habló de la situación de adulterio en la que estaba.
Al joven rico, le confrontó con su problema de avaricia y el amor que tenía por sus posesiones.

A los fariseos y escribas, les habló de su actitud hipócrita y de su religiosidad sin vida.

Hay muchos otros que se encontraron con el Señor, a los cuales Jesús les habló de modo específico. Su mensaje a cada uno fue siempre pertinente y significativo.

Dios lo sabe todo. Él sabe lo que necesitamos y sabe cómo darnos lo que necesitamos.

Una de las maneras en que Él nos da lo que necesitamos es hablando significativamente a nuestras vidas.

Por eso es tan importante que si oímos SU, voz no endurezcamos nuestros corazones.
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