Author: gabtorar
•8:15

Gálatas 4:1 Pero también digo: Entre tanto que el heredero es niño, EN NADA difiere del esclavo, AUNQUE ES SEÑOR de todo; 2 sino que está bajo tutores y curadores hasta el tiempo señalado por el padre.

Cada vez me convenzo más que no necesito persuadir a Dios para que me bendiga. ¡¡Eso es algo que Él desea hacer!!

Gastamos mucho tiempo tratando de hacerle ver a Dios por qué sería bueno que Él nos concediera tal o cual cosa, cuando Él sabe todo, y además ha dispuesto ya todo lo necesario para que podamos cumplir con SU voluntad.

Dios sabe en qué mundo vivimos; conoce de las luchas y de los conflictos que son comunes a la vida en esta parte de Su vasta creación.

El plan de Dios incluye bendecirnos, incluye darnos muchas de las cosas materiales y espirituales que nosotros pensamos que debemos convencerlo para que nos las de.

Aquellas cosas, están ahí para nosotros y en muchas ocasiones no las disfrutamos porque no sabemos que están ahí. Otras veces, el problema es que no queremos pelear por “poseer la tierra que Dios nos entregó en heredad”.

Pero hay algo más, algo que acabo de compartir en la congregación y es que a veces no podemos tomar las bendiciones YA DISPUESTAS para nosotros, por una cuestión de INMADUREZ.

Puedo ver que la necesidad de Dios de que nos convirtamos en un pueblo maduro, que la razón de ser de muchas de nuestras dificultades, conflictos y pruebas, se explican en que Dios NECESITA que alcancemos la MADUREZ requerida para poder tomar la herencia que Él, como Padre, ha dispuesto para nosotros.

Pablo dice que el niño aunque es señor de todo no difiere del esclavo mientras es niño.

El niño, que representa al heredero, es dueño de todo lo que posee el padre.

El esclavo, por su parte, no tiene nada, y sin embargo, mientras el heredero es niño (INMADURO) no difiere ni es distinto al esclavo, porque en la práctica, así como él, no tiene nada.

¡¡Que gran paradoja presenta esta situación!!

Pensar que Dios tiene una gloriosa herencia (en esta tierra) para mi, pero que mientras yo no CREZCA espiritualmente, mientras no MADURE, en tanto no alcance la estatura espiritual que Él demanda, ¡¡no podré disfrutarla!!

Entonces uno puede ver porqué Dios desea tanto que crezcamos. Uno puede entender por qué Él nos anima tanto a mirarlo en medio de las luchas y pruebas y verlas, no como un fin en si mismas sino como medios de perfeccionamiento para nuestro crecimiento y desarrollo espiritual.

Que en lugar de murmurar y quejarnos por lo que vivimos, nos mantengamos sujetos a Él, fieles, abrazados de Él en todo minuto.

Ya que por medio de esas circunstancias adversas, ÉL nos está llevando a la madurez. Madurez que a su vez nos llevará a la obtención de esa heredad gloriosa.

Viendo las cosas por medio de este prisma, no es tan difícil entender que la razón por la que muchas veces no recibimos lo que esperamos es sencillamente porque somos niños.

Los niños son egocentristas, mezquinos, territoriales. Los vas a ver peleando por un juguete que jamás ocupan pero cuando otro niño que está de visita en casa, lo toma, ellos quieren usarlo también.

Los niños no tienen la madurez que se requiere para administrar una gloriosa herencia. NO es su culpa. ¡¡Son niños!! Cuando crezcan estarán en condiciones.

¿¡Cuantas oraciones no tienen respuesta aun, no por causa de Dios, sino porque no estamos preparados para ello!?

Mientras no haya madurez en nosotros, esas gloriosas promesas no serán más que eso, “PROMESAS”, que sólo tendrán cumplimiento cuando hayamos crecido lo suficiente como para que Dios ya no necesite de curadores (tutores) que administren lo nuestro, porque entonces tendremos la capacidad, la madurez, la sabiduría de administrarlo por nosotros mismos.

¡¡Oh Señor bendito, que estemos dispuestos a crecer, a dejar las niñerías, para que podamos recibir la herencia que preparaste para nosotros. Amén!!

|
This entry was posted on 8:15 and is filed under . You can follow any responses to this entry through the RSS 2.0 feed. You can leave a response, or trackback from your own site.