•5:47
"Tu pues sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo" (2 Timoteo 2:4)
El Señor nos pone a la altura de un soldado.
La vida de soldado no es precisamente lo que podríamos llamar como "reposada". Se requiere de algo más que el uniforme para hacer de hombres y mujeres soldados de verdad.
Entre los muchos requerimientos se cuentan: el entrenamiento diario, trabajo duro, esfuerzo, valor y mucha disciplina entre otros.
El soldado está expuesto a ser herido (incluso a perder la vida) cuando está en el campo de batalla, si bien no siempre está en guerra.
Gran parte de su vida la emplea siendo preparado para la batalla y los duros entrenamiento y pruebas, no son para destruirlo sino por el contrario, para evitar que su enemigo lo destruya.
Por ello, muchas veces un soldadó "sufre penalidades", momentos de aflicción y angustia, elementos que son parte de la escuela que le llevará a la victoria en el momento necesario.
El sabor de la victoria hace que los momentos de aflicción valgan la pena.
No debemos olvidar como cristianos que estamos en en medio de una guerra en el campo de batalla del mundo y que a diario enfrentamos enemigos espirituales que buscan nuestra destrucción y muerte.
Si somos fieles a nuestro capitán Jesucristo un día recibiremos de sus propias manos la condecoración que nos corresponda. Ese día habrá valido la pena todo el proceso de entrenamiento, la disciplina que hoy no nos resulta tan grata. De seguro hasta agradeceremos por las heridas recibidas porque ellas mejor que nada hablarán de nuestro desempeño y fidelidad.
Hay 2 formas en las que un soldado vivo regresa a casa: como heroe o desertor.
Los desertores son recibidos por una corte marcial que les condena a prisión perpetua por traición a la patria, a su deber y a sus compañeros.
La vergüenza y deshonra para ellos y sus familias es indecriptible.
Por otro lado, los heroes son homenajeados y honrados por sus superiores y por toda la comunidad por la que estuvieron dispuestos a sacrificarse.
Pablo entendía esto muy bien "he peleado la buena batalla... me está guardada la corona de justicia la cual me dará el Señor"
Sufre penalidades, recuerda que "si sufrimos con Él, reinaremos con Él"
¿Estás siendo un buen soldado?
El Señor nos pone a la altura de un soldado.
La vida de soldado no es precisamente lo que podríamos llamar como "reposada". Se requiere de algo más que el uniforme para hacer de hombres y mujeres soldados de verdad.
Entre los muchos requerimientos se cuentan: el entrenamiento diario, trabajo duro, esfuerzo, valor y mucha disciplina entre otros.
El soldado está expuesto a ser herido (incluso a perder la vida) cuando está en el campo de batalla, si bien no siempre está en guerra.
Gran parte de su vida la emplea siendo preparado para la batalla y los duros entrenamiento y pruebas, no son para destruirlo sino por el contrario, para evitar que su enemigo lo destruya.
Por ello, muchas veces un soldadó "sufre penalidades", momentos de aflicción y angustia, elementos que son parte de la escuela que le llevará a la victoria en el momento necesario.
El sabor de la victoria hace que los momentos de aflicción valgan la pena.
No debemos olvidar como cristianos que estamos en en medio de una guerra en el campo de batalla del mundo y que a diario enfrentamos enemigos espirituales que buscan nuestra destrucción y muerte.
Si somos fieles a nuestro capitán Jesucristo un día recibiremos de sus propias manos la condecoración que nos corresponda. Ese día habrá valido la pena todo el proceso de entrenamiento, la disciplina que hoy no nos resulta tan grata. De seguro hasta agradeceremos por las heridas recibidas porque ellas mejor que nada hablarán de nuestro desempeño y fidelidad.
Hay 2 formas en las que un soldado vivo regresa a casa: como heroe o desertor.
Los desertores son recibidos por una corte marcial que les condena a prisión perpetua por traición a la patria, a su deber y a sus compañeros.
La vergüenza y deshonra para ellos y sus familias es indecriptible.
Por otro lado, los heroes son homenajeados y honrados por sus superiores y por toda la comunidad por la que estuvieron dispuestos a sacrificarse.
Pablo entendía esto muy bien "he peleado la buena batalla... me está guardada la corona de justicia la cual me dará el Señor"
Sufre penalidades, recuerda que "si sufrimos con Él, reinaremos con Él"
¿Estás siendo un buen soldado?
|
0 comentarios: