Author: gabtorar
•6:29
Job 4:8 “Como yo he visto, los que aran iniquidad y siembran injuria, la siegan”

Hay temas clave para una cultivar buena vida en términos de relaciones.

El Señor fue claro respecto al valor que las relaciones tienen para ÉL, y en la palabra de Dios encontramos numerosas alusiones a la importancia de relacionarse fraternal y respetuosamente entre hermanos y con el prójimo.

Nuestras relaciones deben darse en un marco de pureza, en que cada uno mire al otro con los ojos adecuados.

En ese contexto hay un pensamiento que compartí con la iglesia el domingo recién pasado, un pensamiento del Señor que está en directa relación con el tema de la verdadera unidad, objetivo que Dios desea para sus hijos.

¿Sientes que a tu familia le falta unidad? ¿Desearías que tus relaciones con tus parientes fueran más estrechas y armónicas?

Gracias a Dios, eso es posible, pero tú sabes que para lograr cosas en la vida se debe trabajar por ellas.

Nuestro mal enfoque relacional es el que nos impide tener mejores relaciones.

El pensamiento predominante a la hora de relacionarnos con otros es pensar PARA nosotros mismos. En ese enfoque los demás son medios para alcanzar lo que yo busco o deseo.

Esa clase de vida no permite llegar a desarrollar buenas (mucho menos “sanas”) relaciones porque está basado en el egoísmo, en la conveniencia personal.

A todos nos duele sentirnos utilizados por alguien. Hay personas que conozco que están muy dolidas con las congregaciones a las que pertenecían porque sienten que allí fueron abusadas espiritualmente, y que nadie se preocupó de ellos en el momento de su necesidad o aflicción.

Las personas nos sentimos valoradas cuando alguno da muestras de atención o preocupación por el bienestar de uno.

Desde luego hay personas egocéntricas que siempre necesitan que todo gire en torno a ellos para sentirse bien, pero a mi juicio eso es algo patológico, y de hecho no es a lo que me quiero referir aquí.
Lo que sí quiero decir es que debe haber un equilibrio entre lo que yo quiero que hagan por mí y lo que yo estoy dispuesto a hacer por otros.

Pensar para uno mismo es algo que limita las relaciones, que limita el actuar de Dios en la vida de uno porque Dios siempre quiere llevarnos más allá de nosotros mismos. El servicio cristiano es una buena muestra de ello.

Jesús usó su vida, la invirtió para el beneficio de los demás.

Nosotros en cambio, muy frecuentemente deseamos que otros se den por nosotros pero no estamos dispuestos a danos por nadie más.

Esa actitud egoísta no ayuda ni edifica a nadie. Eso es pensar PARA uno mismo.

Sin embargo, pensar PARA los demás nos engrandece porque nos hace más semejantes a Cristo.

Otro común error que cometemos es “pensar POR los demás”.
¿Cuántas veces te has hallado arreglando la vida de otros, juzgando los motivos que las personas tienen para hacer o dejar de hacer ciertas cosas?

Penosamente “pensar POR los demás” no beneficia a los demás, más bien añade una cuota de crítica, pero no ofrece muchas soluciones.

Pensando PARA los demás sí podemos llegar a ser un aporte para quienes lo necesitan.

El amor al prójimo tiene todo que ver con este tema.

Los amigos de Job no pensaron “PARA Job sino POR Job” y en lugar de ayudarlo, terminaron adjudicándole faltas que Job jamás cometió, añadieron a la difícil situación de este piadoso hombre mayor tristeza y amargura.

Enfoquémonos en ser de provecho para el prójimo en lugar de buscar el provecho que podamos obtener del prójimo.

Creo que esa es la parte faltante en el pseudo-cristianismo que se comparte en nuestros días.
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