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Lucas 5: 6 “Y habiéndolo hecho,
encerraron gran cantidad de peces, y su red se rompía. 7 Entonces hicieron señas
a los compañeros que estaban en la otra barca, para que viniesen a ayudarles; y
vinieron, y llenaron ambas barcas, de tal manera que se
hundían”.
Uno no
puede saber lo que trae el siguiente día y cuando has tenido un día malo,
tiendes a pensar en el siguiente día como un día malo también.
Hay una
mala tendencia en uno que lo invita a pensar negativamente. Si hoy no ha sido un
buen día, eso no necesariamente es indicador que el día siguiente
será igual, (no tendría por qué serlo), pero en nuestro fuero interno, la
mayoría de las veces pensamos que sí.
Yo he
tenido días difíciles y me he sorprendido a mismo teniendo una actitud
injustificadamente negativa hacia las cosas e incluso personas.
Sería
bueno considerar este punto. Cada día trae su propio afán, sus propias luchas y
dificultades, así que debemos cuidarnos de no generalizar.
Tan
cierto como que cada día trae su propio afán, es verdad que cada día las
misericordias de Dios se renuevan.
Pedro
venía saliendo de un mal tiempo de pesca. Había sido una noche de trabajo pero
sin fruto. Cuando Jesús se acerca, él está limpiando las redes. Alguien me
comentó hace unos años que la parte más molesta de la pesca es tener que limpiar
las redes. Y lo es mucho más cuando no se ha logrado capturar ni un solo
pez.
En
medio de ese cuadro, Jesús viene a Pedro para solicitarle un
servicio. El bote de Pedro es un buen candidato a los ojos del Señor para ser
usado como púlpito.
No creo
que Pedro tuviera en mente que su vida o algo suyo pudiera de alguna manera ser
útil para Dios. Mucho menos después de un tiempo tan infructuoso de trabajo.
Uno
tiende a pensar que Dios quiere usar a la gente de éxito, pero la cosa es más
bien al revés, es la gente de éxito la que tiende a usar a
Dios.
De
cualquier forma, Pedro accede a que Jesús use su barca, y una vez que Jesús ha
hecho lo suyo (que es anunciar las buenas nuevas del evangelio del reino) ,
Jesús entrega una palabra con una dirección específica a Pedro: “boga mar
adentro y echa la red”.
Dios
sabe lo que Pedro necesita y está a punto de hacer algo glorioso que cambiará
para siempre la vida de Pedro. Dios ha de convertir una noche de frustración en
la mejor noche de este pescador.
Piensa
en esto un momento: ¡¡Dios tiene ESE poder!!
Pedro
se mueve en obediencia al Señor (esto SIEMPRE trae buenos resultados) y el
resultado es impresionante: su barca no es capaz de recibir tantos peces. Aun la
red se rompe de tan llena.
Dios es
un dador por excelencia y lo que deseo enfatizar aquí y ahora es
que cuando Dios da,.. ¡¡da!!
Cuando
Dios decide que quiere favorecerte, Su favor excede toda medida de nuestra
imaginación.
¿No te
emociona pensar que ese es Tu Dios al que sirves?
Quizá
vengas saliendo de una noche de desaliento y sin fruto, pero no sueltes la fe.
Ten
presente que Dios puede, a partir de tu noche más triste, abrirte el paso, al
mejor tiempo de tu vida.
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