Mateo 11:28 
 “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os 
haré descansar. 
29 Llevad mi yugo 
sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y 
hallaréis descanso para vuestras almas;”
Las personas hacen 
toda clase de cosas por encontrar paz. Desde seguir métodos orientales hasta la 
ingesta de ciertos medicamentos, hay una tremenda necesidad por hallar paz. 
Pareciera como si ella (la paz) huyese de nosotros. 
Hay que reconocer 
que los problemas (principales responsables de robarnos la paz) vienen sin que 
los llamemos. 
Tú te despiertas 
contento del regalo que Dios te da de estar vivo y a poco de haber empezado el 
día, recibes un llamado de algún acreedor que te recuerda que tienes compromisos 
pendientes con él. 
De algún modo eso 
interfiere en la paz que tenías cuando recién abriste los ojos. 
Hay otros casos 
mucho más tristes en que las personas derechamente NO DUERMEN, no logran 
descansar pensando en los problemas (deudas, conflictos y otros) que tienen sin 
poder resolver.
¿Quién no ha 
pasado por ahí alguna vez? Se sintió feo ¿verdad? Pero esa mala experiencia 
junto con habernos dejado importantes enseñanzas, nos permite ser empáticos con 
quienes están viviendo lo mismo.
De cualquier modo 
hay muchas cosas que quitan la paz mientas que UNA SOLA trae paz verdadera y 
permanente a nuestras vidas. 
Las pastillas y 
medicamentos pueden traer descanso al cuerpo. Pueden ayudar en el sentido que 
nos ponen a dormir, pero no tienen efecto alguno sobre el epicentro de nuestro 
problema que está en EL ALMA.
Jesús sabe que el 
cuerpo es una cosa y el alma otra muy distinta. 
Es una pena que 
vivamos, por una parte, tan atentos a las necesidades del cuerpo, y por otra, 
tan ajenos a la del alma.
Dios no le asigna 
al cuerpo la misma importancia que al alma. Él mismo dice que “no debemos temer 
a lo que pueden matar el cuerpo sino a quien tiene poder para destruir el alma”. 
Esto debe hacernos pensar. 
Cualquier persona 
honorable sentirá algún grado de  angustia cuando no tiene el 
dinero que necesita para cumplir con sus compromisos financieros. Inquieta saber 
que tenemos una deuda  que no podemos pagar. 
El ser humano no 
se da cuenta pero tiene una tremenda deuda con Dios Su Creador. El alma del 
hombre sabe que está en deuda con el Creador, porque no le ha reconocido ni 
tenido presente como es debido. Porque ha decidido vivir a su antojo, ajeno a 
las demandas y principios divinos. Eso ANGUSTIA EL ALMA. 
El hombre decide 
vivir lejos de Dios y esto abre inmediatamente la opción al enemigo de Dios (el 
diablo) para venir a hacer de esa vida, un desastre en términos espirituales. 
Muchas personas no 
sienten que tengan deuda con Dios porque se consuelan pensando que no han matado 
a nadie, que hacen todo el bien que pueden, que no son malos en resumen. Pero 
cuando contrastamos esas buenas intenciones con los mandamientos de Dios… nos 
damos cuenta de cuan endeudamos estamos con Él.
El exige una vida 
muy distinta a la que nosotros le ofrecemos. No es raro que tengamos tantos 
problemas cuando vivimos la vida que Él planeó de maneras tan distintas a Su 
plan.
Dios planeó vidas 
que funcionan, pero funcionan siempre y  cuando uno se ciña al 
plan. 
Dios ha hecho 
preparativos tanto para lo largo del camino y como para cada momento del camino. 
Lo que uno 
necesita, Él ya lo consideró, pero no vendrá a nosotros si transitamos por la 
vereda del frente de Su propósito, mucho menos lo veremos si andamos en un 
barrio equivocado. 
¿Cuál es ese 
secreto tan buscado por las gentes de este tiempo, que asegura paz verdadera a 
las almas de los hombres? 
Jesús lo expuso 
así: “Llevad MI YUGO sobre vosotros”
Lo único que 
traerá paz verdadera será ponernos voluntariamente BAJO EL YUGO EL SEÑOR. 
¿Y cuál es ese 
YUGO?  ¡¡Su Palabra, Su Doctrina!!
Para saber más, 
lee el devocional de mañana.
 

 

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