Juan 6:60 “Al 
oírlas, muchos de sus discípulos dijeron: Dura es esta palabra; ¿quién la puede 
oír?”
Las personas 
tenemos distintas medidas para evaluar las cosas de acuerdo a nuestros 
intereses.
Anoche, se 
presentó en Chile una cantante famosa en el mundo secular que arrastró a 45 mil 
fanáticos a un estadio quienes cantaron sus canciones, gritaron, se vistieron 
como ella y gastaron varios miles de pesos para estar en ese 
recital.
Algunos incluso se 
quedaron acampando  haciendo guardia para poder ganar un cupo en 
una parte especial donde accederían a estar más cerca de su cantante favorita. 
¿Es duro hacer 
todo eso? Yo diría que si, pero ¿fue duro  para ellos? Creo que no. 
Al contrario, se 
veían de los más contentos en los noticiarios. No les importó haber sido 
apretujados,  soportar las altas temperaturas, el calor, ¡¡y quién 
sabe cuántas cosas más!! Ellos tenían un objetivo en mente y estaban dispuestos 
a pagar el precio por ello.
Debo reconocer que 
al ver noticias como estas, me siento un poco triste, porque me encantaría que 
los cristianos tuviéramos por nuestro Dios (el verdadero Dios), “un poco” de ese 
fervor que el mundo tiene por sus ídolos.
Como dije antes, 
uno tiene distintas medidas para evaluar las cosas. Cuando se trata de nuestros 
proyectos, nunca tenemos problemas. Asumimos los costos con la mejor 
disposición, pero nuestra respuesta (lamentablemente) no es la misma cuando se 
trata de cuestiones relacionadas con Dios y nuestra fe. 
¡Verdaderamente 
usamos distintas medidas!
Jesús estaba 
hablando a las personas en el capítulo 6 de Juan, a entender que debían “comer 
su carne y beber su sangre”. Esto puede parecer extraño, pero en síntesis el 
llamado era a tener un verdadero compromiso con Él. Esta ha sido siempre l deseo 
del Señor, tener un pueblo comprometido con Él, seguidores realmente vinculados 
con Él, con Sus planes y propósitos, con Sus principios y 
valores.
Dios sabe que las 
personas tenemos la capacidad de comprometernos y hacer esfuerzos y 
sacrificarnos (entiéndase como estar dispuestos a pagar un costo 
personal)  por aquello que nos motiva, por lo que deseamos y 
amamos.
Los seguidores de 
las distintas religiones son una prueba fehaciente de esto. Los que adhieren a 
movimientos sociales, Grupos y ONGs. Cualquiera persona que esté comprometida de 
verdad con algo está dispuesta a asumir costos por ello.
Pero la respuesta 
de muchos de sus discípulos fue que “la palabra de Jesús (sus demandas) había 
sido dura” (¿demasiado altas?). ¿Quién la puede oír?, 
dijeron.
Como también 
sucede hoy, ese día, las palabras de Jesús ofendieron a algunos de sus 
seguidores. 
Se ofendieron muy 
posiblemente porque las demandas de Jesús estaban “por sobre” lo que ellos 
estaban dispuestos a dar. 
Las demandas de 
Dios nos parecen duras pero ¿lo son en realidad? 
Las personas 
corren a cumplir un horario en sus trabajos, (pero se relajan para llegar al 
lugar de adoración). Hacen esfuerzos presupuestarios para lograr proyectos 
familiares, (pero cuando se trata de Dios simplemente no alcanza). Y cuando se 
trata de ellos mismos no les parece duro y si les parece no importa, simplemente 
hay que hacerlo, pero no advertimos la misma disposición para 
Dios.
A mi juicio, el 
problema no es que las palabras de Dios (Sus demandas) sean muy duras o 
exigentes, sino la mala (baja) disposición que tenemos para responder a 
ellas.
Después de todo 
cuando Jesús les hablaba de tener un mayor compromiso con Él, lo estaba haciendo 
para el beneficio de ellos mismos, pero eso era algo que no podían ver. 
Cuando uno está 
tan ocupado en lo propio, tan  ensimismado, no tiene ojos para ver 
más allá de uno mismo, y tristemente pierde de vista las bendiciones que una 
vida de compromiso y apego a Dios, trae consigo. 
       
 

 

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