Author: gabtorar
•8:35
Proverbios 10:17 “Camino a la vida es guardar la instrucción; pero quien desecha la reprensión, yerra”.

Uno yerra desechando la instrucción, pero uno desecha la instrucción porque se justifica.

Una de las más frecuentes dificultades con las que tratamos las personas, es esa terrible y destructiva disposición para justificarnos.

Por alguna razón nos resulta más fácil excusarnos que reconocer nuestras falencias.

Justificarse es una poderosa y común tentación. Desde luego, resulta más fácil justificarse, que asumir las responsabilidades.

La justificación siempre tiene que ver con la evasión de alguna responsabilidad.

Vivimos en una era de irresponsabilidad en que los compromisos no tienen validez. Se hacen promesas que no se cumplen y a algunas personas ni siquiera les produce un poco de vergüenza el no hacerse cargo de sus compromisos.

La palabra empeñada cada día tiene menos valor. Claramente Vivimos en otra era, una era en que todo se ha vuelto desechable.

Pensar de esa forma nos está costando muy caro

Hemos incluso llevado esa mentalidad desechable al área de los compromisos y lamentablemente también al de las relaciones.

Si las cosas no funcionan entre nosotros, cada uno sigue su camino y se acabó.

La frase “hasta que la muerte los separe”, ha sido reemplazada por un “hasta que las cosas dejen de funcionar como pensábamos”.

La verdad es que la falta de compromiso de alguna manera ha llevado a las personas a volverse expertos en el arte de la justificación

El Señor dijo que nuestra palabra debía significar algo. Él dijo “que tu si, sea si, que tu no, sea no”. O sea, que lo que prometí tenga cumplimiento, tenga validez

Guardando las proporciones y entendiendo que siempre hay excepciones a las reglas, creo que los jóvenes en su mayoría se caracterizan por esta forma de vida. Son irresponsables e inestables (un día sí, otro día no), poco confiables con sus compromisos.

Muchos hombres se mantienen en sus pecados porque en vez de dejar que Dios actúe en ellos, se justifican y tratan de tapar sus errores.

La razón por la que los falsos maestros son tan populares en este tiempo es porque ellos no confrontan el mal que hay en las personas.

Los estilos de vida de quienes les oyen no son incomodados en absoluto.

Pero cuando tú eres expuesto a la verdad, una reacción bien común es la justificación. “yo haría esto, pero”, “es que no sabía”, “es que no sé cómo”, “es que me cuesta”, “es que …”

Intentamos liberarnos de nuestra responsabilidad personal derivándola hacia otros. Como Adán que se trató de justificar con Dios culpando a Eva.

La persona promedio se justifica excusándose en la debilidad de su humana naturaleza. Muchos cristianos culpamos a satanás.

Lo concreto es que debemos dejar de lado las justificaciones y asumir ¿Asumir qué?

Asumir nuestras falencias, en lugar de justificarnos por ellas. Asumir nuestras malas decisiones en lugar de culpar a otros por ellas.

Cristo asumió, incluso lo que no le correspondía. Asumió nuestros pecados en la cruz. Si él hizo esto por otros, ¿cómo no hacerlo nosotros, por nosotros mismos?

¿Hay cosas de las cuáles nos hemos estado justificando delante de Dios?

Si se trata de justificarse, todos encontraremos motivos para ello. Pero el asunto es afrontar nuestra real condición.

Muchas personas se justifican para no buscar a Dios. Para no comprometerse con alguna congregación.

Encuentran razones en el mal proceder de algunos líderes, en los fraudes, en las malas prácticas, etcétera. Pero ¿no hay malos líderes en los trabajos? ¿No nos defraudan también en las tiendas donde compramos cosas que no funcionan? ¿No vemos malas prácticas alrededor nuestro?

¡¡Claro que sí!! Y la verdad es que somos muy severos juzgando lo de Dios, pero no aplicamos la misma regla con lo demás.

A mi juicio esa no es más que otra manera de justificarnos para no hacer lo que sabemos es la voluntad de Dios.

No hay nada más importante en la vida que hacer la voluntad de Dios.

Tú primero buscas a Dios y en esa comunión Él te mostrará cuál es Su voluntad.

El día que tengas que dar cuentas a Dios por tú vida, te aseguro que entenderás que nada de lo que hiciste en esta vida debió ser más importante que haber hecho la voluntad de Dios.

Por último, dos preguntas importantes que sería bueno intentar responder:

¿En qué cosas me justifico?
Responder a esto arrojará luz sobre algunas áreas que no andan bien en mi vida.

Luego ¿Por qué me justifico? Lo cual arrojará información de los motivos que tengo para actuar de ese modo.

Justificarse no ayuda en nada.

Lo único que trae cambios es tener la disposición de reconocer y aceptar nuestra verdadera condición.

Puedes contar con el hecho que Dios siempre va a estar dispuesto a decirnos lo que realmente somos, lo que ve en nosotros.

Antes que justificarnos, lo que necesitamos es arrepentirnos, y así poder alcanzar la gracia y favor del Señor.
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