Author: gabtorar
•8:41

Salmo 56:3 “En el día que temo, yo en Ti confío”
No conozco a ninguna persona que no tenga miedo a algo. Los miedos producen estancamiento.
Debo decir que sólo cada cual sabe cuan grande es el efecto que sus miedos tienen sobre su vida.
Uno le dice a un niño que no tema a la oscuridad, que no hay razones para temer. Hasta puede pensar en lo infundado de temer a la oscuridad, pero aquello que nos parece tan bajo control no lo está para ese pequeño. Para ´le la oscuridad es “un tema”, uno que bien puede impedirle ir a buscar algo a su dormitorio, por ejemplo, si es de noche. A quienes han superado el miedo a la oscuridad, esto parece básico, pero ¿qué hay de los miedos propios?
Todas las personas le tememos a algo y sería bueno (antes de sólo simplificar los miedos de otros) preguntarse si esos miedos (así como en el caso del niño que  teme a la oscuridad) tienen real fundamento.
Me he dado cuenta que en nuestra sociedad las especulaciones tienen gran poder e influencia sobre las masas.
Basta con que alguno especule sobre algo y lo propague a través de las redes sociales para que muchos lo tomen como un hecho consumado y teman a causa de ello.
Muchos de nuestros miedos carecen de fundamento porque son el resultado de especulaciones nada más.
Hay mentes Maquiavélicas que sacan partido de los miedos de otros.
Un ejemplo es toda esta vorágine por el supuesto “fin del mundo en diciembre de este año, tiene  a no pocos personas de verdad preocupadas, angustiadas de lo que vaya a suceder. No faltan quienes, aprovechándose del asunto, hacen dinero a costa del miedo y la angustia de otros.
Mientras que a algunos le parece tan obvio que el mundo no se acabará en Diciembre de este año, otros en su fuero interno, temen ante la posibilidad de que así sea.   
El miedo definitivamente es malo, y algo muy negativo sobre el miedo es que revela una falta de confianza,  una carencia o falta de amor.
El apóstol Juan dice: “el que teme no ha sido perfeccionado en el amor”
Cuando uno conoce el amor de Dios, sabe que está seguro en Él.
La seguridad y la confianza, vienen como resultado de conocer a alguien. Quien escribe el salmo de nuestro encabezado SABÍA quién era Dios, y conocía lo que Dios era capaz de hacer.
Uno desearía no volver a sentir miedo jamás, pero eso no es posible. Lo que si es perfectamente posible, y la biblia muestra muchos ejemplos de ello, es llegar a conocer a Dios de tal modo, tan profundamente, que SEPAMOS que junto a Él, podemos sentirnos confiados en cualquier circunstancia.
El salmista decía que en el día en que temía, (y en este contexto era porque sus enemigos los filisteos le habían capturado), Él depositaba su confianza en Dios.
Estar en las manos del enemigo, era razón de sobra para temer, pero el salmista se sentía en las manos de Dios y NO en las del enemigo.
Esto requiere de fe, verse rodeado del enemigo, escuchar sus amenazas, recibir su menosprecio, mal trato y burlas y TODAVÍA confiar CON el corazón, de que aun ahí estamos en las manos de Dios.
En el día en que tenga, como el salmista, razones para temer, no voy a confiar en mis habilidades o mi fuerza o destreza para pelear. Ese día, yo voy a escoger confiar en ti Señor.
¡Dame fuerzas para que así sea!  
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