Author: gabtorar
•12:54

Salmos 16:5 “Jehová es la porción de mi herencia y de mi copa; Tú sustentas mi suerte. 6 Las cuerdas me cayeron en lugares deleitosos, y es hermosa la heredad que me ha tocado”.
A cada persona Dios le ha dado una heredad o porción. La porción que cada uno ha recibido está en directa relación con lo que cada cual puede manejar.
Puede suceder que uno no esté muy contento con la porción que le haya tocado, pero Dios, que es más sabio que cualquiera, nos has dado en concordancia con lo que podemos manejar y con aquello que nos conviene.
Así, uno no tiene mucho que ver con lo que se le ha entregado, pero tiene todo que ver con el cómo usar (qué va a hacer con) lo que se le ha entregado.
Las personas suelen quejarse de su condición. Las quejas generalmente vienen en relación con ll que a las personas “les falta”.
Quejarse es una mala costumbre que lamentablemente  es muy practicada. De seguro porque quejarse es gratis, no cuesta nada. Lo que no quiere decir que no tenga costos.
En la biblia hay ejemplos nefastos de lo que producen las quejas continuas. El éxodo de Israel es un claro ejemplo.
Para Dios no resulta agradable tener gente quejándose todo el tiempo. Él no tiene problemas en entendernos cuando le participamos  de nuestras situaciones difíciles  y de nuestros días malos. Dios es sin duda alguna el ser más comprensivo que pueda existir. Tampoco se complica en ayudarnos si se lo pedimos, pero a Él definitivamente no le gusta la gente quejumbrosa. La biblia lo deja muy claro.
Las quejas denotan faltas. Entre otras cosas, falta de gratitud y falta de fe. Dos aspectos que para Dios  son muy importantes.
Él sabe que en lugar de quejarnos podemos buscar SU ayuda. Que en lugar de lamentarnos podemos abrir nuestros labios para alabarle, más allá de lo que estemos viviendo.
De modo que en vez de quejarnos por la porción que nos ha tocado, podríamos escoger acudir ante Él para pedir sabiduría, para pedir Su ayuda a fin de manejar, usar o administrar la porción que nos ha dado.
La mejor porción que alguno pueda recibir no servirá de mucho sino se maneja con sabiduría y prudencia.
Uno puede quejarse del barrio que le ha tocado, de la familia en que ha nacido, de la falta de estudios u oportunidades que ha tenido, de las carencias económicas por las que ha pasado, del cónyuge o los hijos que tiene… ¡Uff! ¡Hay tanto por lo que nos podemos quejar!!
¿Y si en lugar de quejarnos, buscásemos a Dios en relación con esas mismas cosas y personas?
Estimado lector, he observado que mi porción es buena o mala sólo en relación con la porción de otro, cuando vivo mi vida comparándome con los éxitos o fracasos de otros.
No obstante, cuando pienso que lo que tengo, Dios me lo ha dado, sé que Él no se ha equivocado.
Puedo (y quiero) aprender de otros, pero NO necesito la porción de otro.
Dios trabaja de manera particular. Dios se relaciona con individuos, o familias, o congregaciones, por citar algunos ejemplos, y cada individuo, cada familia y cada congregación ha recibido una porción particular, especifica.
De modo que el secreto del éxito, junto con poner de lado las quejas, está ligado con el hecho de entender que la porción especifica que uno ha recibido, ha sido soberanamente designada por UNO que SABE MUY BIEN lo que hace.
Nuestro desafío, radica en buscar al DADOR para que nos enseñe a administrar la DÁDIVA que hemos recibido. Sea mucho o poco “A NUESTROS OJOS”, Dios sabe QUÉ y POR QUÉ ha puesto eso en nuestras manos.
Desde esa óptica, podemos entender por qué Jesús nos envió el Espíritu Santo después de haber ascendido.   
El Espíritu Santo conoce las riquezas en gloria del Señor, conoce Sus promesas y tiene el poder de hacerlas reales para nosotros.
Así que basta de quejas. Dios no responde al sonido de las quejas, pero sin demora se levanta y pelea por nosotros cuando invocamos Su nombre en alabanza.       
|
This entry was posted on 12:54 and is filed under . You can follow any responses to this entry through the RSS 2.0 feed. You can leave a response, or trackback from your own site.