Author: gabtorar
•14:42
Mateo 7:5 ¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano.

Toda la palabra de Dios está cargada de profundas y valiosísimas lecciones.

Como he repetido en variadas oportunidades, nosotros no prestamos suficiente atención a esas lecciones y en lugar de evitar los problemas, pasamos por ellos, teniendo que asumir los costos.

Pero hoy día quisiera referirme a un tema no menor en importancia. Esto es: el juzgar a los demás.

Antes que todo, debo señalar que cotidianamente estamos emitiendo juicios. Ninguno de nosotros se escapa de esta necesidad de tener que evaluar situaciones, lugares, personas, actitudes, instituciones, movimientos y otros asuntos.

Muchas veces durante el día nos vemos en la necesidad de tener que evaluar (juzgar) alguna situación dada.

He conocido a muchas personas que tienen como norma “no juzgaré nada, no juzgaré a nadie”.

Desde luego, juzgar es algo complicado. La biblia misma dice que con la medida con que medimos, seremos medidos (de vuelta). De modo que debemos ser criteriosos a la hora de medir (juzgar) lo que otros hacen o lo que pasa más allá de nosotros mismos.

Pero si bien es sano evitar juzgar situaciones que no nos corresponden, o tener cuidado con la forma en que juzgamos lo que otros hacen o dejan de hacer, no debemos tener temor a expresar nuestro punto de vista, siempre que lo hagamos de manera adecuada, esto es, guardando tener el espíritu correcto.

Pero tener el espíritu correcto a la hora de hablar no es todo. El punto, quizás, más relevante a la hora de juzgar (entiéndase entregar nuestra personal perspectiva de las cosas) es lo que Cristo mencionó cuando se refirió a “ver la paja en el ojo ajeno”.

Esa enseñanza, a mi juicio, sentó el precedente bíblico más contundente, para ser libre del prejuicio de poder expresar nuestra opinión.

Algunos defienden la postura que dice “no juzgues nada”. Personas cuya regla de vida es “no te metas, no opines, mantente al margen”. Y honestamente, es muy sano mantenerse al margen, ¡mientras sea posible!

El problema es que hay cosas de las cuales no podemos hacer vista gorda, no cuando conocemos a Dios, no siendo cristianos.

A Jesús le hubiera resultado muy sencillo (y personalmente beneficioso también), haber guardado silencio de las cosas que veía ocurrir en sus días.

El odio que sentían fariseos y escribas se derivaba fundamentalmente del hecho que Jesús se metía (opinaba) en asuntos que a ellos les afectaban de manera muy directa.

Muchos discípulos murieron como mártires por no guardar silencio. Murieron por
seguir el ejemplo de Su Señor.

De haberse callado la boca se hubieran evitado críticas, dolores, e incluso la muerte en muchos casos.

Pero el cristiano sabe que cerrar la boca cuando debe hablar es un pecado. Como lo es también llamar bueno a lo malo.

Entre otras cosas, la iglesia está aquí como agente divino para restringir la maldad, para protestar desde la perspectiva de Cristo y de Su palabra, contra las cosas que no son justas, contra lo que resiste el orden divino.

En esa enseñanza bíblica, Jesús no dijo que el problema fuera ver (juzgar) la paja en el ojo ajeno. Él más bien dijo, que el problema era tener capacidad para ver una paja en el ojo de otro y ser incapaces de ver una viga (que es mucho más notoria) en el ojo de uno mismo.

¿De qué hablaba entonces? ¿Hablaba de no decir nada sobre nada? ¡¡Por supuesto que no!! . Él hablaba de tener moral para hablar.

Y tú no puedes consentir con aquellas personas que exigen cosas sin tener la moral para hacerlo.

Personalmente, no puedo ni quiero negar que me preocupo por lo que está pasando en mi nación (Chile).

Estas manifestaciones de estudiantes, secundarios y universitarios que exigen “sus derechos” con una fuerza que está muy por encima de la disposición que tienen para “cumplir con sus deberes”.

Me preocupa ver que ellos se sientan con el derecho de demandar de los adultos compromiso, ser escuchados, ser respetados, ser valorados, en definitiva, dicen ver claramente la paja en el ojo ajeno, pero ellos mismos no logran ver la viga que tienen en sus ojos. Y cuando alguno trata demostrarles, reaccionan con soberbia, con insultos, y en algunos casos hasta con violencia.

Por supuesto que sería injusto decir que todos son iguales, pero los grupos son representativos.

No todos los padres son malos, pero se habla de lo mal que los padres hacen su labor. No todos los empleados son flojos, pero se generaliza hablando de lo sacadores de vuelta que son los empleados.

Desde luego pedir no cuesta nada. Esa es la razón por la que muchas personas en su angustia se acercan a Dios para pedir algún favor de Él. Y la gran mayoría de esas personas, una vez que reciben de Dios la ayuda que necesitaban se apartan de Él, para continuar con sus vidas. Vidas que por cierto, no tienen en cuenta a Dios de manera consistente. Nuestro problema es tal como el Señor le dijera a Pedro: “pones la mira en las cosas de los hombres”.

Muchas personas prefieren consolarse con el pensamiento que todos somos pecadores y que por tanto, nadie tiene derecho a juzgar nada sobre otros. Pero lo cierto es que todos inevitablemente, en un momento u otro, juzgamos, ya sea, a personas, situaciones, lugares o lo que sea.

Así que no vale la pena engañarse. Lo que sí tendrá mucho valor es tener presente esta medida que Cristo dejó: para poder hablar de lo paja que veo en otros, debo haber sido ANTES, capaz de haber tratado PRIMERO con la viga que había en el mío.

Lo demás son puras palabras, y las palabras, normalmente se las lleva el viento.
Author: gabtorar
•12:42
Hebreos 3:15: “entre tanto que se dice: SI OYEREIS HOY SU VOZ, no endurezcáis vuestros corazones, como en la provocación”.

Nadie, en la toda la historia de la humanidad, ha traído un mensaje tan pertinente como Cristo Jesús.

Él vino desde el cielo para poner en el tapete de los hombres el tema de la vida eterna.

Hace un par de semanas yo compartía sobre este asunto, y decía que nosotros en general no le damos a este tema, la importancia que tiene.

Pues bien, Jesús, muy posiblemente motivado por nuestra indiferencia frente a una problemática tan relevante, se humanizó para hablarnos de la vida eterna, de los alcances de esta y sus ineludibles consecuencias para nuestras vidas.

Desde esa perspectiva, el mensaje de Jesús fue muy pertinente, tanto para las personas de su época como para todas las demás.

Pero Su mensaje no solo es pertinente en términos generales, también lo es en lo particular.

Jesús vino claramente para hablarnos de las demandas del cielo.

Debemos reconocer que las demandas del cielo no suelen ser tema para el hombre promedio.

La continua pérdida de los valores cristianos y de la influencia de la biblia sobre el quehacer de las personas, ha comenzado a dar sus malos frutos.

Esto ha producido que las personas hayan comenzado a vivir como les parece, olvidando los preceptos bíblicos por los cuales antes pasaban las decisiones y planes.

Desde luego, vivimos como nos parece más adecuado, pero muchas veces esa forma de vivir, dista mucho de lo que el cielo acepta y aprueba.

A Jesús lo criticaban por juntarse a pecadores, rameras y personas (en general) de dudoso vivir.

Frente a esto, Él simplemente respondía diciendo que los sanos no necesitaban médico.

Con ello estaba declarando que Él era ese médico y los pecadores los enfermos.

Esto nos permite entender un poco cómo Dios ve las cosas.

Para Dios el pecado es como una enfermedad, que no solo destruye el cuerpo, termina destruyendo el alma.

Jesús siempre habló a las personas con esta idea en mente. El no siempre hablaba de la misma forma ni usaba los mismos ejemplos, pero siempre dejaba el mismo mensaje, el cual era sin duda redentor, pero siempre, siempre llamaba al abandono de cualquier forma de pecado.

Él hablaba a las personas de acuerdo a sus personales necesidades.

Los hombres le buscaban para que les ayudara en sus terrenales aflicciones, pero él estaba más interesado todavía en ayudarles a resolver sus problemas relacionados con el cielo y con la eternidad-

En ese sentido, su mensaje era muy pertinente, muy significativo. No les hablaba de generalidades, sino de cuestiones que llegaban directo a los corazones de quienes les oían.

A la mujer samaritana le habló de la situación de adulterio en la que estaba.
Al joven rico, le confrontó con su problema de avaricia y el amor que tenía por sus posesiones.

A los fariseos y escribas, les habló de su actitud hipócrita y de su religiosidad sin vida.

Hay muchos otros que se encontraron con el Señor, a los cuales Jesús les habló de modo específico. Su mensaje a cada uno fue siempre pertinente y significativo.

Dios lo sabe todo. Él sabe lo que necesitamos y sabe cómo darnos lo que necesitamos.

Una de las maneras en que Él nos da lo que necesitamos es hablando significativamente a nuestras vidas.

Por eso es tan importante que si oímos SU, voz no endurezcamos nuestros corazones.
Author: gabtorar
•7:21
Números 17:10: “Y Jehová dijo a Moisés: Vuelve la vara de Aarón delante del testimonio, para que se guarde por señal a los hijos rebeldes; y harás cesar sus QUEJAS de delante de mí, para que no mueran”.

Oímos quejas de todos los frentes y por todas las razones posibles.

Nos hemos vuelto expertos en el infartante arte de “las quejas”.

¿Has estado junto a personas que se pasan la vida quejándose de todo lo que les pasa?

¡¡Que incómodo resulta sentarse junto a personas que sólo abren sus bocas para transmitir alguna molestia, para referirse a algo que no les agrada o parece. Para hacer algún descargo contra la vida que llevan o contra Dios, por haberles dado tan miserable existencia!!

De esas bocas nunca puedes esperar una palabra de gratitud. Con ellos es siempre es lo mismo: son hipocondríacos sociales.

Y claro, nos quejamos porque quejarse es gratis, no cuesta nada.

Hay personas a las que basta con saludarlas para que sientan que les estás dando paso para arremeter con sus quejas. Y lo peor es que una vez que empiezan ¡¡ya no hay quien las pare!!

Lo más paradójico es que las mismas personas que constantemente se quejan, son gente cuyo aporte a la humanidad es muy bajo, por no decir nulo.

Y a mi juicio, se quejan porque tienen mucho tiempo disponible para ello.

Como Sodoma y Gomorra, que de acuerdo a la palabra del Señor, lo que dio origen a su maldad, fue precisamente la abundancia de pan y de ocio.

Jesús tenía tantas buenas y justificadas razones para quejarse. Las cosas por las que pasaba, las cosas que veía, y sin embargo, usaba su tiempo provechosamente intentando cambiar la realidad que le rodeaba, enlugar de quejarse por ella.

Muchos que fueron transformados por Él no lo hubieran sido, si Jesús hubiese sido un quejón más, pero Él fue más allá del estado deplorable de su tiempo. Y eso logró cambios y por tanto, es lo que debemos imitar.

A esta altura del partido, está bien demostrado que las personas que surgen (que avanzan y alcanzan logros en la vida) son aquellas que han aprendido a sobreponerse a las adversidades y que han llegado a hacer de la perseverancia un condimento diario e indispensable en sus vidas.

Es una locura pretender tener vidas maravillosas y al mismo tiempo vivir de mala manera.

Los quejumbrosos son generalmente aquellos que hacen las cosas mal, que siembran mala semilla y se quejan luego por no obtener una maravillosa cosecha.

Pero para cosechar bien se debe trabajar. Se debe sembrar en esperanza, en fe.

Mi abuela es uno de los seres más adorables que conozco. Es una persona que ya cuenta con algunos años pero es muy difícil no querer estar cerca suyo porque su actitud frente a la vida, siempre optimista, se vuelve en una especie de imán para quienes la rodean.

Cuando le planteas la posibilidad de salir, ella siempre está dispuesta (aunque para apoyarse usa un bastón). Es una abuela a todo terreno.

Si bien sufre de dolores a los huesos, ella no se la pasa quejándose, es más, cuando estas con ella, ella nunca lleva a la conversación a sus molestias o dolores, siempre es una bendición hablar con ella porque tiene un sentido del humor envidiable.

Sé que ella nunca va a estar sola, porque su forma de ser, su actitud agradecida del Señor y de la vida que Dios le ha dado (créeme que su vida no ha sido fácil) es un verdadero imán.

Pero hay personas que representa el polo opuesto.

Son personas que saludarlas ya fue suficiente. Ya sabes qué vendrá a continuación: una larga disertación sobre cómo la vida les ha sido adversa, de lo mal que la han pasado, etcétera.

Por cierto nunca mencionan lo mal que ellos han hecho las cosas, porque ellos siempre son las víctimas.

El enfoque está en lo que otros les han hecho a ellos y en lo que esto les ha provocado.

Personas con las que no puedes proyectarte para nada, porque en todo tienen algún reparo.

Usualmente las personas quejumbrosas acaban solas porque tienen una increíble capacidad para alejar a los demás con sus quejas y pesimista visión de la vida.

La vida, con todos sus bemoles, es hermosa. ¡¡Basta de quejas!!
Author: gabtorar
•14:28
2Timoteo 3:2 “Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos,”

Me impresiona constatar la avidez con que las personas de este tiempo, rechazan las cosas divinas.

Me sorprende esa increíble predisposición para dar la espalda al Señor, a tal punto, que Dios se ha vuelto un extraño para muchos, en el mundo que Él mismo creó.

Me preocupa la ingratitud de los hombres de nuestro tiempo.

El apóstol Pablo escribió sobre este asunto. Él, proféticamente, por la palabra de Dios, advirtió sobre el carácter de los hombres en los días postreros. Dio muchas referencias del carácter egocentrista de las personas que alcanzarían dichas generaciones, y hoy asombrosamente vemos cumplirse sus palabras.

Una de las cosas específicas que mencionó, tiene que ver con la ingratitud de los hombres ¡¡y cuan claramente se puede ver en nuestros días!!

Veo hijos ingratos con sus padres, que olvidan lo que los padres han hecho por ellos. Veo cónyuges, actuando con deslealtad e ingratitud hacia sus cónyuges.

Empleadores ingratos con sus trabajadores.

Hay cientos de ejemplos de esta clase y por lo que se ve, la cosa va de mal en peor.

Es triste ver como el egocentrismo, paulatinamente nos ha robado las cualidades más humanizadoras que poseemos y que tienen relación con nuestra correcta interacción con el prójimo.

No es raro ver el estado deplorable de nuestras sociedades si cada cual solo está interesado en su propio bienestar y muestra nulo o mínimo interés por los demás.

Ser agradecidos no obedece solo a un gesto de cordialidad o cortesía, es en gran medida una señal de genuina humanidad.

En las tiendas, calles, micros (y quizás por culpa de la vida tan sobrecargada de actividades y preocupaciones) las personas que dan las gracias son cada vez menos, cada día más escasas.

A los defensores de la vida animal les preocupa la extinción de ciertas especies animales, pero para nuestra propia vergüenza, esas sutilezas que daban cuenta de nuestra humanidad, se encuentran al borde de la extinción y aparentemente a nadie le importa.

Nuestros valores están absolutamente trastocados.

Se hacen grandes movilizaciones en protesta por la inobservancia de ciertos derechos y los mismos movilizados faltan a los derechos de otros.

Hemos llegado al triste día en que todos se sienten con el derecho a decir lo que les viene en gana, sin cautelar primero, si tienen o no la moral para ello.

La gratitud es algo tan básico, pero tan poco considerado en nuestros días.

Los que prestan servicios se han vuelto en verdad personas de última clase, porque
se les trata como si no valiesen nada.

El que paga por algún servicio se siente con el derecho de maltratar a quien le atiende, solo porque no lo hace con la prestancia que quisiera.

El saber que va a cancelar, le convierte en un tirano temporal de ese inquilino que no tiene otra opción más que bajar la mirada y llevar el menosprecio.

En muchos aspectos nos hemos convertido en modernos seres primitivos.

La biblia enseña que debemos dar gracias en todo ( y por todo).

Se nota que Dios nos conoce bien y que sabe cuáles lecciones deben ser constantes.
No sé si alguna vez, después de haber leído algún devocional que haya resultado ser de provecho para ti, has dado a Dios las gracias por esas líneas.

Los grandes cambios comienzas con pequeños pasos de ello no cabe duda alguna.

Un pequeño paso para tener una vida mejor (para uno y para los demás) es aprender a dar las gracias a quien lo merece.

Créeme que, en lo personal, desde ya estaré agradecido si estimas considerar estas palabras para aplicarlas en tu diario vivir.

Dar las gracias ¡¡es algo tan básico!!
Author: gabtorar
•13:51
Marcos 8:36 “Porque ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?”

¿Entendemos el valor de la vida eterna?

Hablamos de una clase de vida que desde su mismísimo nombre representa algo totalmente extraño y ajeno a nuestra humana y finita naturaleza.

La eternidad es una medida de tiempo que sobrepasa largamente cualquier noción que podamos llegar a tener acerca de la duración del tiempo.

Cada día vemos con mayor angustia como el tiempo tiene un valor tremendo.

Hemos aprendido (a veces a punta de dolores) que el tiempo es un bien irrecuperable. Que hay cosas que tienen su tiempo para ser llevadas a cabo y que fuera de esos tiempos ya no tienen razón de ser o realizarse.

Pero aun con toda la noción de lo valioso que es el tiempo, dejamos tan abandonada esta realidad de una vida eterna, que parece que en verdad muchos no creyeran en tal cosa.

La vida terrena está llena de sorpresas, de cosas que nos dejan boquiabiertos y eso que esta vida es tan solo la antesala de la vida verdadera.

Jesús habló de la vida eterna y dijo que la vida eterna consistía en conocer a Dios y a Jesucristo como enviado suyo.

La verdad es que conocer a un Dios Omnipotente, Omnipresente y Omnisciente no es tarea de algunos años, es una tarea para toda la vida, una tarea para la eternidad.

Y aunque la humanidad siente gran curiosidad por conocer el espacio exterior, por explorar la posible existencia de otros seres en el vasto y desconocido espacio, mostramos una indiferencia vergonzosa y casi inexplicable con relación a un tema que nos es infinitamente más cercano como este, relacionado con la inmortalidad del alma.

Los seres humanos no somos eternos desde el punto de vista que no hemos existido desde siempre, como es el caso de Dios, pero desde el momento en que fuimos creados, no dejaremos de existir.

Desde ese punto de vista, Dios nos ha dado eternidad. Él ha puesto eternidad en el alma de los hombres, y por tanto, debería ser un tema para nosotros el destino eterno de nuestra alma.

Hablar del alma no es sencillo. Es tratar con algo de lo que sabemos muy poco o mejor dicho de lo cual se ha comprobado muy poco. Pero como siempre, Dios nos ha dejado lo suficiente como para que entendamos que requiere de nuestra atención.

Yo hoy solo quisiera llevarnos a la reflexión que no podemos ser negligentes con algo tan importante, con algo que tiene trascendencia eterna para nosotros.

Nuestra alma es algo muy valioso aunque no lo entendamos en su totalidad. Nuestra alma es valiosa para Dios.

Jesucristo dijo ¿de qué le sirve a alguno ganar el mundo entero y perder el alma?

Nuestras preocupaciones (esas que nos quitan el sueño y algunas veces hasta nos enferman) ¿no son aquellas relacionadas con las cosas de esta vida, de este mundo?

Y si Jesús dijo que de nada valía ganar el mundo si perdíamos el alma: ¿puedes llegar a ver el valor de tu alma?

Jesucristo murió para que nuestras almas fueran salvas de la condenación del infierno.

Entregó su propia vida para que nosotros salvemos nuestra alma de la condenación que produce el pecado en el hombre.

Él se preocupó por el bienestar de nuestra alma ¿y nosotros no?

Sería muy saludable indagar en las escrituras, por qué Dios permitió que Su Hijo Unigénito (Jesucristo), muriera por salvar el alma de otros.

Debe haber una muy buena razón para ello.

Que uno que reinaba y recibía constante adoración y reconocimiento, hubiera dejado su trono, su reino y se hubiera conformado a nuestra limitada humanidad para venir a ser humillado por seres inferiores a Él, en todo sentido.

Nuestra alma debe tener un tremendo valor, uno que en nuestra miopía espiritual, no logramos ver, pero por el cual Dios estuvo dispuesto a pagar el precio más alto.

Sabiendo que Él hizo semejante sacrificio, ¿vamos a quedarnos de brazos cruzados en ignorancia del verdadero valor de nuestra alma?
Author: gabtorar
•13:40
Romanos 6:23 “Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro”.

Jesús estaba en la cruz por querer asumir una responsabilidad que no era suya. La cruz era el precio que se debía pagar por el pecado.

Jesús no hizo pecado, pero por nosotros se hizo pecado.

Hay muchas virtudes en la vida de Cristo, no solo el hecho que él hubiese vivido una vida sin pecado, sino que además estuvo dispuesto a asumir el costo de los pecados de otros, para ser más específico, los nuestros.

El concepto “pecado” ha sido desvirtuado. Desafortunadamente lo que las personas entienden como pecado está desenfocado de lo que en realidad es. La gente se ríe de la palabra pecado, habla irónicamente del mismo, se burla de quienes lo mencionan.

Es que existe una infortunada desinformación del asunto.

Lamentablemente, el asunto del pecado es muy serio, lo suficiente como para considerarlo. De hecho, si las personas llegaran a entender lo serio que es, nunca lo tomarían a la ligera.

Lo cierto es que Jesús si entendió la seriedad del tema y por eso actuó. Lo que hizo, debes saber que fue a nuestro favor. Esa es una deuda impagable que tenemos con Jesús.

No importa lo que hagamos, nunca podríamos resarcir el costo de nuestros pecados y Jesús decidió asumir ese costo.

¿Quién estaría dispuesto a pagar las deudas de otros? Solo alguien muy ingenuo, o bien, demasiado bueno.

Puedes saber que Jesús no está del lado de los ingenuos. Él no puede ser engañado, Él lo sabe todo, aun los pensamientos de nuestros corazones, el Señor los conoce.
De modo que él representa la otra parte, y lo que hizo de morir por nosotros en la cruz lo hizo sencillamente porque es demasiado bueno. Lo hizo porque sabía que no habría otra alternativa para nosotros aparte de Él.

La bondad del Señor es mayor de lo que a veces pensamos. Pero eso es porque Él sabe de las verdaderas y profundas implicancias que el pecado tiene sobre nosotros.

El pecado nos destruye, nos degrada. Los hombres somos muy buenos para alegar nuestros derechos.

Peleamos centímetro a centímetro los que consideramos son nuestros derechos, pero con qué facilidad nos rendimos a los pecados, siendo estos tan destructivos para nosotros.

Hay pecados de toda clase. Pecamos socialmente, pecamos moralmente, pecamos cívicamente, pecamos de mil y una formas, pero ese no es el mayor problema. El mayor problema es trivializar de tal forma el pecado, que ya no lo veamos como realmente es.

Sansón era un paladín de Dios, levantado por Dios pata defender a los judíos y para hacer prevalecer la voluntad de Dios.

Él sabía que los filisteos eran el enemigo, pero algo pasó dentro de él que le llevó a ver a los filisteos de una manera equivocada. Quizá a causa del continuo contacto con ellos, Sansón les llegó a ver de manera trivial. ¿Resultado? Terminó emparentando con el enemigo.

Es triste cuando llegamos a perder la medida de las cosas de esa forma. Y eso es lo que ha sucedido con el pecado.

Nadie juega cuando se habla del SIDA porque las personas saben que esa enfermedad es algo demasiado serio como para tomarlo ligeramente.

El pecado es mucho peor que el peor de los casos de SIDA, ya que no solo destruye el cuerpo sino también el alma de aquellos que padecen por causa suya.
Author: gabtorar
•14:11
21:24 “Escarnecedor es el nombre del soberbio y presuntuoso Que obra en la insolencia de su presunción”.}

Ayer compartía que gran problema representa para nosotros la soberbia.

Esta clase de actitud (digamos corazón) nos aleja de Dios y nos cierra las puertas con Él porque Él aborrece a las personas soberbias o altivas.

Debe ser porque Él siendo quién es, nos da grandes muestras diarias de humildad.

¿Cuántas veces le cerramos al Señor la puertas en las cara?

¿Cuántas veces tratamos de disimular nuestra falta de interés por las cosas de Dios, argumentando que estamos atareados en alguna otra cosa, siendo que Dios sabe del tiempo que en realidad disponemos, y siendo Él capaz de ver que el problema es apatía por lo espiritual y falta de interés por conocerlo a Él?

Sin embargo, Él nos da tremendas muestras de humildad, porque pudiendo devolvernos mal por mal, en innumerables ocasiones, nos devuelve bien por mal.

Nos ayuda en la angustia, nos levanta cuando nos estamos ahogando en el pozo de la desesperación, y todo esto, a pesar de lo mal que nosotros le pagamos.

Gran humildad es la que muestra el Señor dignándose a escucharnos después que hemos hecho todo lo que sabemos le desagrada a Él.

No puedo afirmar que así sea, pero pienso que la razón por la que Él abomina tanto a los soberbios, es porque Él mismo no es soberbio con quienes mereceríamos ese trato.

La soberbia es la que nos impide pedir perdón a quienes sabemos que hemos ofendido.

Podemos disfrazarlo usando la palabra “vergüenza” pero es la altivez de nuestro corazón la que no está dispuesta a humillarse para pedir perdón, para reconocer que se ha equivocado.

Los matrimonios sufren cuando uno de los cónyuges es un altivo, incapaz de reconocer sus faltas.

¿Quién no las tiene? Dice el soberbio tratando de justificar se mala actitud. Pero cuando otro le pasa a llevar, se levanta cual pavo real demandando y exigiendo su derecho a ser respetado.

Si hiciéramos con los demás la mitad de lo que esperamos que hagan con nosotros, la sociedad sería definitivamente varias veces mejor de lo que es. No estaríamos hundiéndonos más y más en el abismo del egoísmo. Nuestro pasar por esta vida sería sinceramente mucho mejor de lo que es.

No estoy hablando de un paraíso terrenal. Eso no es algo que los hombres podamos establecer.

Se requerirá de la actuación de Cristo mismo y los ejércitos celestiales para que esta tierra tenga mil años de paz, y verdadero progreso en el temor de Dios.

No estoy pensando en cambiar el mundo. Pero si entiendo que la voluntad de Dios es cambiar mi mundo y cambiar el tuyo.

Los grandes avances comienzan con pequeños pasos en una misma dirección y la soberbia es un terrible enemigo que quizá no podrá ser erradicado del mundo, pero que definitivamente, Dios quiere erradicar de nuestro corazón.