Author: gabtorar
•6:10
1 Corintios 10:12 "Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga"

Nuestro país anhela que lleguen estos días de "fiesta". Los feriados largos representan casi un "oasis" para la sociedad chilena en medio del desierto de la vida diaria.

En estos días se comparte con la familia, se disfruta más distendidamente y sin la preocupación de que al día siguiente hay que levantarse otra vez temprano para cumplir con la jornada de trabajo.

Son fechas en que la familia come y rie disfrutando de las cosas buenas de la vida. En todo eso no hay nada de malo, al contrario, a Dios le interesa que cultivemos buenas relaciones con todos los que se pueda.

Pero ese ambiente tan distentido y festivo tiene un efecto que a veces resulta ser más negativo que favorable: "bajar la guardia", "relajarse". Y no hablo de relajarse de las tensiones cotidianas, sino de relajar el estándar de fe que debe siempre estar presente en nosotros. Hay un espíritu de ligereza que se mete en nuestras conversaciones, entre risas y carcajadas, y a veces terminamos tan relajados, que las cosas no acaban como deberían y en vez de risas al final hay lágrimas.

La escritura presenta varias observaciones al respecto. Y es que cuando las cosas van bien, nos dejamos llevar por ese bienestar que sentimos y de repente salen de nosotros cosas, actitudes, palabras que no imaginamos que estaban todavia alli adentro.

David regresaba de su mayor victoria militar y en vez de salir a la guerra, se relajó, se quedo en palacio y desde esa azotea divisó a una bella mujer, esposa de un fiel soldado suyo. El resto de la historia todos la conocemos. y Ese dia de sano relajo y descanso acabó en la tragedia que nunca se borro de la vida de este rey.

Si hay tres cosas por las cuales la gente recuerda a David es porque: era un hombre conforme al corazon de Dios; porque mató a Goliat y porque se metió en una relacion de adulterio con esa mujer.

Como vez, esto ocurrió en el contexto de un sano deseo de relajarse. David bajó la guardia y el enemigo aprovecho la ocasión. ¡Cuántas veces nos ocurre lo mismo!
¡Cuántas veces la conversacón es tan amena que bajamos la guardia, nos dejamos llevar y terminamos diciendo cosas que luego lamentamos!

El llamado es a tener cuidado de no relajarse más de lo debido. Nunca relajar la lengüa, ni los principios cristianos, ni los hábitos, ni el estándar de santidad que es la medida de Dios para todo lo concerniente a Su Reino.
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